Por años, buscando lugar para estacionar mi auto, las veces que iba a trabajar al Conservatorio Julián Aguirre, terminaba estacionando frente a la casa de Sandro, que estaba a la vuelta. No sé, cuatro metros tal vez de altura, recubierto de piedras redondeadas blancas, se alzaba el alto muro que impedía ver que había en la propiedad. Apenas una pequeña puerta de madera "punta diamante" por el lado derecho y por el izquierdo un portón de garage haciendo juego. Altos y añosos cipreses asomaban por detrás.
Por dos o más ocasiones había ya trabajado para él afinando el ya histórico Yamaha CP-70, utilizado allá por los ochentas. pero un día, Sebastián Giunta, pianista de Roberto por años, me avisa que necesitaban afinar el piano de la casa de Banfield.
Esto que voy a relatar es lo que me resulta gracioso, pero que se entienda bien, por el lado de lo anecdótico y por la simpatía que Roberto desplegaba, y me consta en lo personal.
Siempre se habló y se habla del misterio tras los muros. Hoy mismo, en un noticiero hacían referencia a eso. Y es que obviamente Roberto resguardaba su intimidad.
Pero qué pasó el día que fuí a afinar el piano? Toqué el timbre y por el portero eléctrico me dijeron " pase" y listo!!!!
Así que cuando me quise acordar estaba adentro y me sorprendió ver lo que había inmediatamente detrás de la famosa pared, detalle que me voy a reservar. y luego fuimos, con la persona que me recibió, a un ambiente que se encontraba arriba de la amplia cochera de la propiedad.
Allí encontré un piano Yamaha de cola, del cual no recuerdo el modelo, ubicado en una barra al estilo pianobar. Roberto ya tenía problemas de salud y me dió pena observar en los rincones de los ambientes que transitamos, sendos pequeños tubos de oxígeno con manguera y mascarilla.
Me pongo a trabajar, y al rato aparece Roberto. Espero poder ser lo suficientemente gráfico, para poder transmitir mi vivencia en aquel momento. Yo soy muy amigo de Manolo Juárez, y por siempre se ha referido sin ahorrarse ningún tipo de elogio a la simpatía , amabilidad y generosidad de Roberto, relatándome sorprendentes anécdotas, relacionadas con gestos que confirmaban esta apreciación.
Digamos que iba prevenido. Además como dije, ya había trabajado para él.
Llega, me saluda muy respetuosamente y me pregunta si deseaba tomar algo, y comenzamos a charlar, haciendo referencia a varios conocidos o amigos en común, y podría asegurar que gente que lo apreciara, no le debía faltar.
Vestido él, de entrecasa, con un pullover en V y con anteojos de marco grueso, charlamos durante un buen rato.
Debo confesar, que había llevado conmigo una cámara , pensando en tomarme una instantánea con él.
Pero era exponer un aspecto de su vida que él reservaba cuidadosamente, así que ni lo intenté.
No sé cómo habrá sido realmente en su vida, pero lo que si puedo afirmar, y lo dice alguien que para bien o para mal, ha conocido a mucha gente que trasciende, es que si la impresión que yo he tenido de Roberto ( Sandro) es reflejo de su calidad como persona, sus cualidades son dignas de resaltar.
Grande, Roberto!
Hola no nos conocemos.soy musico de Mar delPlata,) contrabajista),y ademasa fui propietario de una vieja casa de musica en pleno centro ( santiago del Estero y Rivadavia. Hoy tengo 78 años, y me encanto leer lo que escribiste.Hemos vendido discos de Sandro desde lo primero que salio..Nunca me gusto, pues soy fana del jazz.Pero me conmovió que hablaras tan bien de el.Indudablemente ser famoso como fue, no debe ser facil,de ahi sus deseos de intimidad.Soy amigo de Manolo Juarez , y me encanta su sabiduria,y su manera de tocar el piano.aunque este HDP, no contesta mis mensajes,te mando un saludo y me alegro haber leido tu mensaje. abrazos.Ferio
ResponderEliminarGracias por su mensaje. Le voy a decir a Manolo que se comunicó conmigo!
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